11 años de ataques contra Cuén

¡Once años de “guerra sucia” contra Héctor Melesio Cuén Ojeda! ¿De qué marca es la patente de corso de los calumniadores? Es una pregunta que si la analizamos juntos, entenderemos el tema: en Sinaloa la libertad de expresión se convirtió en libertad para el libertinaje y la difamación. Lo sostenemos en este caso especial. Nada más.

Que quede claro que somos mujeres pensantes, no lectoras que se dejan cautivar por la mentira.

En el más reciente rastreo que hicimos de los trabajos periodísticos de frente al Proceso Electoral 2016, localizamos la maquinación: el uso perverso, faccioso, dañino, de algunos medios. La venta de las “líneas editoriales” de periódicos y radiodifusoras para calumniar. Cuando menos dos medios de comunicación de Sinaloa se han convertido en reducto de falsos adalides de la libertad de expresión.

Nos preocupa a las mujeres de Sinaloa, a todas, a ninguna sin excepción, que un grupo de personas pretendan, “darnos gato por liebre”, ofrecernos mentiras por verdades. Nos molesta que nos quieran arrastran a su “mundo” y convertirnos en rehenes de sus perversos planes político-electorales; que les sirvamos, además, no como lectoras inteligentes, sino como “letrinas de sus venganzas y amarguras”.

Once años lleva un grupo político, conocido al interior de la Universidad Autónoma de Sinaloa como “Los exquisitos”, y, afuera, como “Los Iluminatis”, inventando falsedades en torno al ex rector Héctor Melesio Cuén Ojeda, once años de “guerra sucia”, en la que participan la ex diputada del PRD, María Teresa Guerra Ochoa, caricaturistas y otros falsos políticos de izquierda y de “derecha”.

Once años atacando, difamando, fabricando incluso demandas penales y “expedientes mediáticos” contra el ex rector de la UAS, Héctor Melesio Cuén Ojeda, en venganza por haber transformado la universidad, por haberla rescatado de las “pandillas” y por haber acabado con los privilegios personales del grupo de difamadores.

El grupo, que se acostumbró a ordeñar a la UAS, y que hoy sobrevive de rodillas a figuras “relevantes” del PRI y del PAN, que se mueve al compás que le toquen los caciques políticos del Sinaloa, disfrazándose de periodistas plurales y demócratas, lo integran, por un lado, Arturo Santamaría y Ernesto Hernández Norzagaray; por otro, la ex diputada del PRD, María Teresa Guerra Ochoa, “La Tere”, redomada litigante y falsa defensora de los derechos humanos y sociales, pues más tarda señalar un entuerto que cotizar por su “trabajo” por la vía de su despacho jurídico.

Todos ellos, sin distingos, convergen con otro detractor de Cuén y de la UAS: el oligarca diputado ego-independiente Manuel Clouthier Carrillo, dueño del periódico Noroeste, amafiado con el candidato del PRI-PVEM, Quirino Ordaz Coppel.

Once años llevan estos personajes fraguando y publicando falsedades contra Cuén Ojeda ¡y todavía pregonan que no lo calumnian!, que su trabajo, dicen, obedece a un interés social, cuando en realidad oculta deseos de venganza y desmedidas ambiciones políticas, postradas al mejor postor.

En el 2010 todos estos personajes se pusieron al servicio del Proyecto PAN-PRD-Convergencia, que encabezó Mario López Valdez; satanizaron, descalificaron, al candidato del PRI-PVEM, Jesús Vizcarra Calderón, y a su empleado, el ahora ex gobernador Jesús Aguilar Padilla. Le pegaron duro a lo que Manuel Clouthier Carrillo llamó “camarilla mafiosa” del PRI.

Ahora, en el 2016, los calumniadores se alinearon a sus antiguos enemigos, Vizcarra Calderón y Jesús Aguilar Padilla, padrinos visibles de la candidatura de Quirino Ordaz Coppel, del PRI-PVEM, en el que ya está de vuelta Mario López Valdez. En el 2010 con el PAN-PRD-Convergencia; en el 2016 con el PRI-PVEM y contra el PAN y el PAS. Es el estilo.

Después de once años de difamaciones Héctor Melesio Cuén recurrió a un tribunal –juzgado-, no para coartar la libertad de expresión de la ex diputada del PRD, María Teresa Guerra Ochoa, la más activa en los ataques; no para lastimar a los medios de comunicación, sino para pedir al juez de la causa que la perredista, por la naturaleza civil de la demanda, divulgue en torno a él informaciones documentadas, no inventos, que deje de fabricarles delitos inexistentes y expedientes falsos y que deje de hacerlos públicos como si se tratara de verdades.

Pero ¿Cómo pedir a la Tere Guerra que no calumnie? ¡Que petición tan ofensiva! ¿Cómo dejarían Arturo Santamaría y Ernesto Norzagaray de lanzar ataques sin ton ni son? Si dejan de hacerlo no les servirían para nada a Clouthier y Quirino ¡No puede ser, entonces! Los señores se lanzan con justo derecho protegen “su derecho” a difamar apegándose a lo que ellos llaman su “libertad de expresión”.

El “politólogo” e “investigador” Arturo Santamaría Gómez, grita, patalea. Tere Guerra casi está a punto de sufrir un infarto. Su arrogante papel de falso “símbolo de la libertad de expresión, está en riesgo. Ernesto Hernández Norzagay se rasga las vestiduras, y los caricaturistas por encargo hacen sus monos contra Cuén.

Otra vez, como es costumbre, el “periodista” Arturo Santamaría, detractor a ultranza de todo lo que no encaja en sus intereses privados, hizo la labor de vocero y promotor de la mentira.

No por afán de molestar el periodista Ryznard Kapusinsky escribió que “los cínicos no sirven para este oficio” en referencia de aquellos que dejan su oficio de denuncia y vigilancia de los grupos de poder y se alían con ellos por “ideología” o privilegios económicos y políticos.

Acusar, calificar, inducir sin comprobar lo que se afirma es, no sólo anti-periodístico, sino indigno.

Once años lleva la campaña de difamaciones contra Héctor Melesio Cuén, y él, como cualquier político o ciudadano, tiene expedito su derecho para demandar por daño moral, cuando su nombre y personalidad han sido conculcados por escritos que se consideran infamantes, mentirosos y falaces.

No es un atentado a la libertad de expresión que pida que no se le difame. Por el contrario, la veracidad, es uno de los sagrados valores del periodismo. Es una monstruosidad jurídica, también, pensar que la libertad de expresión es una patente de corso.

¿Qué de malo o ilegal tiene, después de once años de estar soportando difamaciones, recurrir, a una instancia legal para pedir que cesen los “ataques” no fundados?

No, no es de hecho, un atentado a la libertad de expresión y nunca lo será.

Once años de difamaciones y qué falta de inteligencia de quienes creen que los “Exquisitos” o “Iluminados” y la Tere Guerra y asociados difunden verdades ¡Esa si es falta de materia gris!

Una sola verdad publicada ya hubiera desaparecido de todo escenario a Héctor Melesio Cuén…pero ahí está en busca de la gubernatura de Sinaloa intentando sacar de Palacio de Gobierno a los caciques del PRI y del PAN: no en balde la Tere Guerra, Arturo Santamaría y Ernesto Hernández y otros más -¿verdad Clouthier? – andan desquiciados, subiéndole de tono a sus difamaciones. Conspirando. Queriendo aparecer como víctimas…

En este caso especial, en Sinaloa la libertad de expresión se convirtió en libertinaje, en libertad para difamar…