La campaña de difamación es contra quien sí gana elecciones

¿Quién está arriba de las preferencias electorales en Sinaloa? ¿Contra quién es la “guerra sucia”? Las difamaciones son dirigidas contra quien levanta más simpatías entre la ciudadanía y tiene garantías de triunfo en las urnas.

No hay agresiones calumniosas contra precandidatos o aspirantes a puestos de elección popular con perfil de perdedores. No hay campañas de descrédito contra personajes mediocres. Si los ataques, con síntomas crónicos, son contra el dirigente del Partido Sinaloense, Héctor Melesio Cuén Ojeda, es por una razón: es el más aceptado políticamente por la sociedad sinaloense ¿Qué otro motivo movería una campaña de degradación tan feroz como la que soporta estoicamente el líder del PAS? Desde su fundación, el Partido Sinaloense y Cuén Ojeda enfrentan un entorno de campañas sucias desatadas y promovidas, unas desde el PRI-gobierno, otras por personajes del PAN y del PRD y otras más por quienes se alquilan al mejor postor con disfraz de “analistas” o “comentaristas políticos”. Cuén Ojeda hace frente a los modernos “porros” que ingresan a los partidos con la figura de estrategas o promotores de “reformas” o bien que se visten de candidatos pero que en realidad son actores con alto potencial destructivo que obedecen consignas ¿Es nuevo lo que le sucece a Cuén y al PAS? No. El origen de las “campañas sucias” se encuentra en los Estados Unidos de América. El 9 de febrero de 1825, John Quincy Adams fue elegido presidente con el apoyo de 13 estados contra 7 que apoyaron a Andrew Jackson. Las elecciones se resolvieron en la Cámara de Representantes. En el Colegio Electoral los resultados fueron: Andrew Jackson con 99 votos, John Quincy Adams con 84. Es una de las pocas elecciones en las cuales el candidato que recibió más votos no llegó a ser presidente. Es lo que le pasó a Hilary Clinton con Donald Trump. Los cuatro años siguientes los partidarios de Jackson fundaron en todo el país las sedes del que finalmente sería el “Partido Demócrata”, y enfilaron sus acciones a derrotar al “usurpador” Adams cuya facción devino en el actual “Partido Republicano”. Por sobre sus diferencias en asuntos cruciales, ambas campañas se concentraron en difamar y menoscabar la personalidad del oponente, utilizando “tácticas sucias” que rayaron en lo bochornoso. Si la elección de Jackson de 1828 fue -o no- la primera campaña de desprestigio de la historia estadounidense, debería ser solo una anécdota de historia política, lamentablemente, al parecer también fue uno de los primeros productos de exportación del “capitalismo” hacia las “ínsulas baratarias” latinoamericanas. Bien. En Sinaloa, jamás un partido político y su dirigente habían sido atacados tan “salvajemente” como Héctor Melesio Cuén Ojeda y el PAS ¿Por qué? El espíritu reformado y constructivista de Cuén Ojeda le acarreado un reducido grupo de opositores, pero también miles y miles de simpatizantes: es un tipo duro de roer. Imposible de domeñar. Viene de impulsar el rescate de la Universidad Autónoma de Sinaloa de “pandillas” y grupúsculos que le apostaban al desmadre por encima de la academia y la administración sana de los recursos universitarios. Extirpó de la UAS una nomenclatura apócrifa, fósil, que mantenía sumida a la institución en los peores estándares académicos y administrativos de que se tiene memoria, camarilla que mantenía al alma mater sin recursos para la investigación y la ciencia y sin dinero para el pago oportuno de los salarios y otras prestaciones a los trabajadores. La caterva que perdió el control de la UAS -para bien de la sociedad y las nuevas y futuras generaciones-, quedó dolida y deambula ofreciendo amarguras y odios al mejor postor, con el deseo insano de dañar para intentar recobrar el dominio de la Universidad para seguir ordeñándola, saqueándola. Los antiguos dueños de la Universidad-Fábrica-Partido-Desorden- se ponen al servicio de personajes del PRI o del PAN o bien hacen alarde de su militancia izquierdista mocha, retorcida, y otros más ponen a caballo su destreza de “analistas” o “comentaristas” políticos para cobrar venganza, para descargar sus odios, negándose a desagraviar sus propios pecados, a lanzar un mea culpa, a reconocer que mantenían hundida a la UAS, considerada, en el pasado no muy lejano, una amenaza pública para la sociedad, un centro de agitación política, en vez de un claustro del saber, la enseñanza y el conocimiento. Las raíces de la campaña de difamación contra Héctor Melesio Cuén Ojeda descansan también en los fuertes intereses económicos-políticos que mueven a los personajes que se dicen copropietarios de los partidos y tradicionales de Sinaloa -PRI-PAN-PRD- y otros más pequeños-, que consideran de alto riesgo el avance electoral, el posicionamiento y las simpatías del Partido Sinaloense a cinco años de su fundación. El PAS y su dirigente disputan realmente el poder. Lanzan desafíos electorales. Buscan con la fuerza de la participación social posiciones políticas-administrativas, no las negocian en la mesa, no se prestan al clásico “reparto del pastel”. La presencia del PAS y Héctor Melesio Cuén Ojeda en las elecciones es una verdadera amenaza, una carga para los partidos tradicionales, acostumbrados a distribuirse en la “justa gobernabilidad”, diputaciones locales y federales, alcaldías y posiciones en el gobierno del estado. El PAS no vende el voto de sus electores. No los negocia. O pierde las elecciones o las gana. La postura de real oposición, de verdadero partido democrático, desencadena la furia de quienes estaban acostumbrado a “tirarle migajas”, posiciones mínimas a los partidos, PAN y PRD principalmente, con tal de dejarse derrotar o que les sirvieran de comparsa para que se destrozaran unos a otros mientras permitían el avance de los candidatos del PRI. Les duele que Héctor Melesio Cuén Ojeda sí pueda exhibir una hoja de vida limpia; quizá no exenta de errores, pero tampoco caracterizada por el pillaje, el oportunismo o la demagogia. Las campañas sucias en tiempos electorales, son armas utilizadas ante la desesperación que sienten ciertas candidaturas frente a la probable derrota que se avecina. Entonces, si la argumentación propositiva no es suficiente, las tácticas para menoscabar la credibilidad del adversario y minar la confianza entre sus propios seguidores y entre los electores, se muestran como recurso indispensable para evitar la pérdida. Los ataques son dirigidos contra quien levanta más simpatías entre la ciudadanía y tiene garantías de triunfo en las urnas. De ahí que la “guerra sucia” se enfoque contra Héctor Melesio Cuén Ojeda y el PAS. Es cuanto.