Caos en el Cendi 1 por obra y gracia de Gabriel Ballardo 

Impone a familiares como empleados que hacen lo que les da la gana; la guardería representa un peligro para los bebés y podría incluso “desaparecer”

 

 

Por obra y gracia del malévolo dirigente del Sindicato de Trabajadores al Servicio del Estado en Sinaloa (STASE), Gabriel Ballardo Valdez, el Cendi No. 1 de la ciudad de Culiacán podría desaparecer, ya que se encuentra inmerso en un descomunal caos con imposición de personal incompetente y que podría incluso provocar la muerte de bebés que son alimentados con productos caducos.

Fueron trabajadores de ese lugar quienes hicieron pública la situación que impera al interior de la institución, además de que se dijeron hostigados por Ballardo Valdez por el sólo hecho de que no lo apoyaron en su campaña para ocupar el cargo que hoy ostenta.

Incluso, dijeron, impuso como nutrióloga del Centro de Desarrollo Infantil a Rosina Juárez en sustitución de Alberto Padilla, y a su hija Elsy María Aguilar, que no cuenta con título y “labora” como encargada de bodegas y que, además, no conoce absolutamente nada sobre salubridad.

Este punto es algo sumamente preocupante, ya que pone en serio riesgo la salud de los bebés que son llevados a la guardería, ya que consumen alimentos en mal estado.

Del mismo modo, los inconformes denunciaron que en las cocinas impera un cochinero en las cuales abundan bichos dañinos, como las cucarachas.

Cuando solicitan alimento, les quieren dar lo que ha quedado de semanas atrás, además de que los empleados impuestos por Ballardo Valdez vacían las bodegas cuando el personal se ha retirado tras culminar sus labores.

Dijeron que en total son 120 trabajadoras y que están dañadas psicológicamente por la actual directora, Karla Jacobo Miller.

Toda esta situación prevalece con la complacencia plena del tenebroso Ballardo Valdez, que está tomando venganza contra aquellos que no lo apoyaron en sus días de campaña por convertirse en dirigente del STASE.

Hoy, su despótico proceder le ha granjeado el odio generalizado de los sindicalizados, que exigen la intervención de quien se considere con “huevos” suficientes para ponerlo en su lugar.