Algunas mamás celebran buscando a sus desaparecidos

Agrupadas en organizaciones o pequeños colectivos, alrededor de dos mil 100 mamás de cuatro estados aún buscan a sus hijos desaparecidos

 

Ciudad de México.- Hoy, dos mil 100 madres de cuatro estados celebran su día buscando entre fosas, Semefos y hospitales, a sus hijos y familiares. 

 

Sinaloa, Veracruz, Coahuila y Tamaulipas, agrupan más de nueve colectivos y ONG o pequeños grupos, mismos que se han llegado a conformar a través de las redes sociales y que están compuestos por madres que buscan a sus familiares. 

 

Gran parte de estos colectivos han rendido frutos, pues, por ejemplo, Sinaloa registra seis organizaciones civiles conformadas por 228 madres, quienes en cuatro años han encontrado restos, cadáveres y osamentas de 223 personas; Veracruz suma, al menos, 400 mamás en varias organizaciones y han hallado hasta la fecha poco más de 300 fosas clandestinas con decenas de cuerpos. 

 

A dichas entidades se suman Tamaulipas y Coahuila; el primer estado suma mil madres en cuatro ONG, y el segundo tiene cinco colectivos que registran 472 madres, quienes buscan a mil 963 personas, entre ellos a sus propios hijos o de otras madres. 

 

Con información de Jesús Bustamante, Héctor González, Lourdes López, Alma Gudiño y Érika de la Luz 

 

 

COAHUILA 

Ama de casa se convierte en detective 

Saltillo.— La desaparición de su hijo Dan Jeremeel Fernández Morán, en 2008, obligó a Yolanda Morán Isais, originaria de Coahuila, a realizar trabajos de investigación para localizar a su hijo y se incorporó al colectivo Fuerzas Unidas por Nuestros Desaparecidos en Coahuila, organización civil que inició tras la guerra contra el narcotráfico para exigir la presentación con vida de los desaparecidos en México. 

 

Para Yolanda comenzó una pesadilla. Fue notificada por las autoridades de que un secuestrador había sido aprehendido con el auto de su hijo; el detenido era un teniente de Región Militar en Torreón. 

 

El teniente Ubaldo Gómez delató a cinco cómplices logrando la captura de dos hombres y una mujer, quienes quedaron en un principio prófugos fueron dos militares, el teniente de Infantería Ricardo Albino Navarro y Miguel Ángel Lara. 

 

Los detenidos fueron trasladados al centro penitenciario de Torreón, a unas horas de ingresar, un comando armado ingresó, asesinó a Ubaldo y a sus dos cómplices, roció con gasolina los cuerpos y les prendió fuego, de paso el grupo criminal liberó a nueve presos acusados de delincuencia organizada y narcotráfico. 

 

 

ESTADO DE MÉXICO 

Un brazo terminó con el rastreo de su hija 

“Cuando un hijo se queda sin padres se llama huérfano, pero cuando los padres se quedan sin hijos no existe un término que lo defina ni explique la dimensión del dolor que sienten”, aseguró María, mientras detallaba, en llanto, por qué tras la muerte de su hija decidió convertirse en activista social. 

 

Angélica desapareció durante el trayecto de la escuela a su casa, en el Estado de México —entidad con alto número de feminicidios—. La menor, de 13 años, siempre era puntual, llegaba a las 13:30 horas para comer con su madre, pero ese 7 de septiembre de 2013, el reloj ya marcaba las 13:50 horas y no aparecía. María se sintió angustiada y salió a buscarla. Por la noche se unieron a la búsqueda vecinos, compañeros de escuela, maestros y familiares, sin embargo, fue en vano. Angélica ya no volvió. 

 

María se dedicó a recorrer ministerios públicos, instalaciones del Servicio Médico Forense (Semefo), marchó, se manifestó y entró al mundo de las redes sociales, conoció a familiares de otros desaparecidos, quienes se unieron para crear brigadas de rastreo y recorrer lugares donde podría haber fosas clandestinas. 

 

Un año después de la desaparición de Angélica, la zozobra cesó. Uno de sus brazos apareció en el canal del río de los Remedios. El ADN coincidió. Ese momento fue un parteaguas en la vida de María: en memoria de su hija, se dedicó a ayudar a familiares de otros desaparecidos. 

 

Actualmente asesora a otras madres y familias en la misma condición; les explica el proceso, es decir dónde tienen que denunciar, las apoya en caso de localizar el cuerpo o restos de quien algún día estuvo desaparecido e incluso, aún sigue escarbando fosas clandestinas. 

 

El Estado de México es el segundo lugar en estadísticas de personas desaparecidas, pues hasta enero de este año reportaba tres mil 834 personas en esta condición, de las 34 mil 268 que hay sin encontrar a escala nacional, de acuerdo con el Registro Nacional de Datos de Personas Extraviadas o Desaparecida (Rnped). 

 

Además, de 2015 a marzo de 2018 se contabilizaron 191 feminicidios de los mil 836 registrados por el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP) en ese lapso. 

 

 

CHIHUAHUA 

Alcanzó la abogacía para exigir justicia 

Chihuahua.— Con un poema a su hija Paloma, desaparecida y asesinada en 2002 en la capital del estado, Norma Ledezma narró lo que ha tenido que hacer para buscar justicia. Se graduó como abogada, estudia una maestría y fundó la organización Justicia para Nuestras Hijas. 

 

En su perfil de Facebook, Norma escribió: “¡Paloma, 16 años sin ti! Si al menos hubiera podido besar tu frente, cerrar tus ojos, entrelazar tus manos con las mías, recostarte en mi regazo y encaminarte a cruzar la puerta hacia la vida eterna… los criminales te negaron el derecho de vivir, el Estado te negó el derecho a la justicia… ¡pero mi Dios te abrió las puertas del cielo, te dio la bienvenida al paraíso, donde no hay llanto ni tristeza ni dolor! Al levantar tu vuelo sin retorno me enseñaste a volar a mí. Señor, tú que la tienes tan cerca dile cuánto la amo, cuánto la extraño. Hasta pronto mi Amada Paloma”. 

 

Paloma Angélica Escobar Ledezma trabajaba en una maquiladora de Chihuahua cuando en enero de 2002 desapareció.

 

En marzo de ese año fue localizada muerta. Paloma reunía el perfil de cientos de mujeres asesinadas en esta entidad: morena, joven, humilde y bonita. 

 

TAMAULIPAS 

A más de 5 años no pierde la esperanza 

Ciudad Victoria.— Han pasado cinco años y siete meses desde que no sabe del paradero de su hija Milynali Piña Pérez y cuatro más de sus seres queridos, situación que ha roto la vida de Graciela Pérez Rodríguez; sin embargo, no desiste en la búsqueda. 

 

Sus familiares, originarios de San Luis Potosí, se trasladaban de Estados Unidos hacia su lugar de residencia. En el vehículo viajaban Milynali, acompañada de su tío Ignacio Pérez Rodríguez, de 54 años, y sus primos Aldo de Jesús Pérez Salazar, de 22 años; Alexis Domínguez Pérez, de 18, y José Arturo Domínguez Pérez, de 22. 

 

El 14 de agosto de 2012, a la altura de Ciudad Mante, Tamaulipas, perdió contacto con ellos. 

 

Durante todos estos años ha tenido que recurrir a todas las alternativas, desde contactar a familiares de otras personas desaparecidas hasta la elaboración de volantes en los que ofrece una recompensa de hasta dos millones de pesos a quien proporcione información verídica sobre el paradero de sus cinco familiares. 

 

 

OAXACA 

Pobreza frenó sus esfuerzos 

Oaxaca.— A casi ocho años de peregrinar para dar con su paradero, los familiares de diez hombres desaparecidos en el norte del país, tres de la Laguna de Zapotengo y siete de la cabecera municipal de San Pedro Pochutla, en la costa de Oaxaca, han tenido que abandonar su búsqueda. 

 

“Ya dejamos de buscarlos porque se acabó el dinero, no por otra cosa. Ahora queda en las manos de Dios que regresen”, comentó Celerina Santos Santiago, esposa de Nemorio Vizarratea, uno de los desaparecidos. 

 

Las víctimas desaparecieron en Tamaulipas, no llevaban mucho dinero, sólo el necesario con el fin de adquirir dos camionetas para ser destinadas al proyecto ecoturístico establecido en la laguna Zapotengo. 

 

En su momento, el grupo de mujeres utilizó sus recursos para buscarlos en Oaxaca, la Ciudad de México, Tamaulipas y Morelos, pero “acabamos con todo; malbaratamos unos terrenos, vendimos cosas de la casa y seis lanchas para ir en busca de ellos; fuimos a todos lados, pero no los encontramos”, asentó. 

 

 

GUERRERO 

Los secuestraron y tras pagar rescate nunca se los entregaron 

Acapulco.— La violencia que han generado los grupos delictivos para controlar Guerrero ha dejado a su paso 34 mil 268 personas desaparecidas en todo el país, entre ellas a Iván, de 25 años, quien comenzó a vender droga. Después de varios meses de vender mariguana y cocaína, comenzó a expandir su territorio sin pensar que le traería graves consecuencias. 

Doña Magda, su madre, asegura que una noche no llegó a casa, cuatro días después de la desaparición de Iván recibió una llamada, le dijeron que su hijo se había metido a un territorio que no le pertenecía y si lo quería ver tendría que pagar 20 mil pesos para que se lo entregaran. 

 

El dinero se pagó, pero nunca se lo entregaron. Días después, hombres armados entraron a un taller mecánico donde trabajaba Julio, el mejor amigo de Iván. 

 

Al poco tiempo, la madre de Julio, doña María, recibió una llamada similar, donde le decían que tenía que entregar 20 mil pesos para poder ver nuevamente a su hijo. El rescate se dio, pero Julio tampoco fue puesto en libertad. La familia no se explica qué fue lo que sucedió, ya que Julio era mecánico, tenía un trabajo honrado y nunca tuvo nada qué ver con droga o actividades ilícitas. 

 

Ninguna de las dos madres denunció ante las autoridades la desaparición de sus hijos, tenían miedo de represalias, dice doña Magda. “Usted no tiene idea de cómo estaban las cosas en Iguala, dicen que cuando alguien hablaba al servicio de emergencia 066, en lugar de contestar la policía era gente de Guerreros Unidos; y si era la llamada para hacer una denuncia, no quiero contarle lo que pasaba con el denunciante.” 

 

 

VERACRUZ 

Abandonó su profesión para indagar en fosas 

Xalapa.— “Nos vamos a Colinas de Santa Fe y si el gobierno no nos quiere ayudar, nosotras lo hacemos por propia mano”, sentenció Rosalía Castro, una dentista que dejó de lado la tranquila vida dedicada a sus pacientes en Huatusco, Veracruz, para integrarse a las filas de las mujeres que comenzaron una búsqueda que las llevó a descubrir el horror de las fosas clandestinas. 

 

Desde diciembre de 2011 Rosalía ya no tenía una razón de vida. Su hijo Roberto Carlos Casso Castro desapareció cuando regresaba de la playa junto con su novia Cinthia Lisset Vicencio. Era Nochebuena. Las viandas quedaron servidas en la mesa familiar. 

 

La búsqueda de Rosalía se enfrentó con la corrupción policiaca y con la podredumbre de una procuración de justicia invadida hasta el tuétano de personas involucradas con el crimen organizado. No fue fácil, su vida se convirtió en un ir y venir hasta que poco a poco encontró en otras madres la identificación de una tragedia que las unió y las hizo luchar hombro a hombro. Junto con otras madres, Rosalía tomó un pico, una pala y fue tras el rastro de su hijo. Aún no lo encuentra, pero sentó un precedente en una lucha que apenas comenzó con el hallazgo de restos, pero que se alarga por la difícil y larga tarea de darles identidad. 

De acuerdo con el Registro Nacional de Datos de Personas Extraviadas o Desaparecidas (RNPED), elaborado por el Sistema Nacional de Seguridad Pública, de 2007 a enero de 2018 había 34 mil 268 personas desaparecidas, de las cuales aproximadamente 75% son hombres y el resto mujeres. 

 

Tamaulipas es el estado que más desaparecidos registra, con cinco mil 989; le siguen el Estado de México, con tres mil 834 desaparecidos; Jalisco, con tres mil 60 y Sinaloa, con dos mil 783. Los más afectados son los jóvenes, pues casi la mitad de los desaparecidos tienen entre 15 y 29 años. 

 

Y la cifra total podría ser mucho mayor, pues de acuerdo con la Ley del Registro Nacional de Datos de Personas Extraviadas o Desaparecidas de México, el informe sólo refiere las desapariciones denunciadas formalmente ante el Ministerio Público por familiares o personas cercanas a la víctima, pero faltan datos de quienes no denuncian por miedo u otras razones.