Colectivos feministas señalaron que el caso Debanhi Escobar exhibió la ineficacia de la Fiscalía

Han pasado tres meses desde que Mario Escobar y Dolores Bazaldua vieron con vida por última vez a su hija Debanhi Susana; el trágico desenlace de la joven de 18 años estudiante de derecho conmocionó al país entero no solo por la viralización y auge que tuvo el caso en redes sociales sino porque -involuntariamente- expuso la terrible realidad de un México feminicida, en donde la violencia e impunidad continúan mientras que el actuar de instituciones y autoridades resulta insuficiente para garantizar la seguridad de las mujeres y el acceso oportuno a la justicia.
Pese a que la violencia de género ha permeado cada rincón de la República Mexicana, fue el estado de Nuevo León el escenario en donde se desarrolló la historia de Debanhi Escobar. Una fotografía de la joven parada en una de las carreteras más peligrosas del país en medio de la noche fue el parteaguas para que se desatara todo el caso que, hasta la fecha, no ha encontrado un desenlace digno.
Por el contrario, los padres de Debanhi Escobar continúan sin saber la verdad acerca de lo que pasó aquella noche que su hija desapareció, y la Fiscalía General de Justicia del Estado de Nuevo León (FGE) así como las múltiples dependencias gubernamentales involucradas han desempeñado un papel deficiente, situación que se evidenció con la tercera autopsia realizada al cuerpo de la joven y cuyos resultados fueron presentados el pasado lunes 18 de julio.
El único rastro que quedó de la joven estudiante de derecho fue una fotografía que el chofer de una aplicación móvil -contactado por sus amigas para llevarla a casa- tomó entre las 4:00 y 5:00 horas de la madrugada del 9 de abril para deslindar responsabilidade sobre la presunta decisión que Debanhi tomó de descender del vehículo.
Fue cuestión de horas para que la fotografía de la joven apareciera en un boletín de búsqueda, mismo que fue volanteado, difundido en redes sociales y pegado en las calles del municipio de Escobedo y aledaños en el estado de Nuevo León. La incansable búsqueda y el pesar de la incertidumbre se mantuvieron durante 12 días, mismos en los que tanto colectivos feministas como familiares y amigos de Debanhi desplegaron tareas de búsqueda, cateos en el Motel Nueva Castilla -en donde una cámara de seguridad había captado su ingreso la noche en la que desapareció-, binomios caninos, drones y múltiples operativos para encontrarla.
La noche del 21 de abril, la esperanza del volver a ver a Debanhi Escobar con vida se esfumó con la noticia de que un cadáver había sido hallado en una de las cisternas del Motel Nueva Castilla, el mismo sitio que ya había sido cateado en al menos dos ocasiones previo a la aparición del cuerpo. Tanto la Fiscalía General del Estado de Nuevo León (FGE) como los padres de la joven confirmaron su fallecimiento.
La tarde del pasado lunes, en conferencia de prensa el subsecretario de la Secretaría de Seguridad del Gobierno de México (SSPC), Ricardo Mejía Berdeja, y el fiscal general de Justicia de Nuevo León, Gustavo Adolfo Guerrero presentaron los resultados de la tercera autopsia realizada al cuerpo de Debanhi Escobar. Si bien dicho peritaje reveló que la causa de muerte de la joven de 18 años fue una asfixia por sofocación, los resultados de la exhumación supusieron un autogol tanto para funcionarios como para las dependencias gubernamentales encargadas de esclarecer el caso.