Estamos inundados de sequía y desamparo, llueven lágrimas de sangre en Sinaloa
El asesinato de Jorge Peraza Bernal no es una muerte cualquiera: era uno de los personajes más importantes y populares de la gastronomía en Culiacán.
Era una de las figuras restauranteras más prominentes de Sinaloa, carismático y admirado por los intelectuales, periodistas, escritores y bohemios.
Era querido por los comensales que amaban el encanto campirano, romántico y poético de su restaurante.
Un negocio gastronómico que evocó la comida del campo y que primero se llamó La Mariposa Amarilla.
Tras su divorcio, Jorge Peraza lo bautizó como La Chuparrosa Enamorada.
Era un comedor rústico, colorido y folclórico al aire libre y a la orilla de un canal, donde se podía degustar cocina regional artesanal.
La muerte de Jorge Peraza Bernal fue un golpe descomunal para quienes lo conocieron con cariño.
Mucha gente disfrutó de ese icónico espacio familiar en la comunidad turística de Bacurimi donde se realizaban también eventos culturales.
Jorge Peraza Bernal no era el ciudadano anónimo que no recibe una sola línea póstuma al caer como víctima colateral de las balas perdidas de una violencia sin fin. Terrible es el silencio de quienes no tienen voz.
Por el contrario, Jorge Peraza Bernal era un empresario conocido y de nada sirvió: su voz también se perdió en el silencio.
Era un hombre al que unos delincuentes le quemaron su amado restaurante campestre y que, al día siguiente, acudió con el corazón roto a uno de los Poderes del Estado para recibir el premio al Mérito Restaurantero 2024 por su “resiliente actitud positiva” tras la dolorosa destrucción de su legado reducido a cenizas.
Es imposible borrar de nuestra mente el rostro triste de Jorge Peraza Bernal al recibir ese galardón.
Era un hombre al que unos delincuentes le destrozaron el alma al incendiar su entrañable restaurante y que justo una semana después, le arrebataron la vida a tiros.
Fue un soñador que había aparecido en las portadas de los medios de comunicación, en fotos y en documentales de Bacurimi.
Su restaurante era considerado un espacio emblemático y su asesinato es la crónica de una muerte anunciada tras el previo y dramático incendio de su restaurante.
También se habla de intimidación y agresiones a sus familiares, de extorsiones y cobro de piso. No se sabe con certeza, reina el desconsuelo y la impunidad de los grupos criminales en Sinaloa.
El ataque a su patrimonio fue una semana antes de que Jorge Peraza Bernal fuera asesinado a balazos a unos metros de su establecimiento.
Su crimen es una terrible expresión de desamparo que ha causado un enorme impacto de desolación y una sensación de que estamos solos inundados de sequía y desamparo.
Hoy llueven lágrimas de sangre en Sinaloa.