La “triada satánica”del PAN

POR: María Margarita Free del Castillo

Los y las que creemos en Dios y leemos la Biblia sabemos que las “triadas satánicas” si existen y aparecen cuando menos lo esperamos, principalmente a los ojos de los católicos o los que profesan otra religión.

Bendito sea el señor que Francisco Salvador López Brito, Martín Heredia y Roberto Cruz, no apoyen a Cuén en el Proyecto por la Gubernatura. Bendito. Dios lo puso a salvo de estos tres seres malignos.

Decía al principio que las “triadas satánicas” si existen, y desafortunadamente se metieron en las filas del PAN (El PRI está llena de seres infernales: Quirino Ordaz Coppel, Jesús Vizcarra Calderón, Antonio Toledo Corro, Heriberto Galindo Quiñones y David López Valdez…Malo-va no se escapa).

Desafortunadamente tres seres tocados por el maligno se metieron a las filas del PAN y alzan su apestosa voz creyendo que engañan a su militancia y a la sociedad.

Francisco Salvador López Brito, Senador de la República, por el PAN ¡hágame usted el favor!; fue fue alcalde de Ahome, donde dejó regados sus tufos diabólicos; su fama de “rompecorazones” trascendió fronteras y tiempos. Sus cuatro grandes obras: haberse divorciado de su esposa, Margarita Free; y afrentarse de sus hijos. Haberse casado con su secretaria, y haber privatizado la recolección de basura.

No se le conoce a Brito nada trascendente a su paso como presidente municipal de Ahome, diputado local y diputado federal y Senador de la República. Durante su gestión municipal rompió los lazos de amor y fidelidad eterna que le juró ante Dios, ante el Altar, a Margarita Free, mujer honorable que logró meterlo al Jet Set de Los Mochis.

Martín Heredia Lizárraga es un chapulín. Un chango mecatero. Fue militante activo del PRI, fue alcalde priista de Mazatlán; le chupó toda la sangre que pudo a ese partido, del que brincó al PAN, que lo hizo su diputado federal. Martín es de los falsos cristianos por  cuyas venas circula la sangre de la traición.

Roberto Cruz es hijo de Roberto Cruz, conocido en Los Mochis por el regenteo de antros de vicio (El Chaplin, que era guarida de trasvestis); nieto del asesino, chacal, General Roberto Cruz, quien masacró, fusiló, sin ningún remordimiento, al Padre Miguel Agustín Pro.

Para darnos cuenta de la sangre que corre por las venas de Roberto Cruz, que ahora quiere ser candidato del PAN al gobierno de Sinaloa, va parte de lo  escrito en la historia real del país:

“En octubre de 1961, en el periódico Excélsior se publicó en entregas la extensa entrevista que Julio Scherer García (+), fundador de la revista Proceso, le hizo a Roberto Cruz, quien como inspector general de policía en tiempos de Plutarco Elías Calles se encargó de dirigir el fusilamiento de Miguel Agustín Pro. En esa conversación, transformada luego en el libro El indio que mató al padre Pro, el general Cruz dio su versión sobre el fusilamiento y ya vislumbraba la posible canonización del jesuita. “Si Pro es elevado a los altares… no será santo de mi devoción”, dijo.

Va parte de la entrevista:

“Qué serio, qué adusto, qué grave se observa el rostro del general Roberto Cruz en cuanto se pronuncia el nombre de Miguel Agustín Pro Juárez. Ese aire severo, ese gesto frío ese rictus duro que constituye una de las características más visibles de su personalidad exterior, se torna todavía más áspero apenas escucha hablar del sacerdote jesuita. En cierta forma lo trata como si aún viviera y tuviera derecho de lanzarle una serie de amargos reproches: “Si no fuera por el curita, por Pro, yo no tendría esa fama de troglodita, de hombre primitivo, de matón. Y pasaría por lo que soy: por un hombre culto, fino”, dice Cruz.

No hay móvil para bromas y sí para expresiones de mal humor. “Que lo hagan santo, si quieren. ¿Qué esperan? A mí me da igual y me tiene sin cuidado. Bien saben que si Pro es elevado a los altares, como dicen los católicos, no será santo de mi devoción”. Y aquí inicia el general Cruz una sonrisa que no concluye, que pronto se ahoga en sus mismos labios.

Lo recuerda muy bien esa mañana, la última, en que el padre Pro salió del calabozo de la Inspección de Policía rumbo al paredón donde minutos después sería ejecutado, junto con el ingeniero Segura Vilchis y con aquel hombre modesto que se apellidó Tirado. Caminaba Pro con toda naturalidad, acaso con una mayor lentitud que en los días ordinarios. “No se mostraba erguido ni tampoco humilde. Vería de frente e iba vestido de negro. Era trigueño, moreno pálido, de figura agradable, con rostro de hombre inteligente y culto. No me dijo nada cuando pasó cerca de mí. Yo tampoco me dirigí a él. Luego lo vi en el paredón, demacrado, sin una gota de sangre, con los labios que parecían de papel. Y segundos después escuché la descarga cerrada de los cinco soldados que lo ejecutaron”.

–¿Se conmovió?

–Nada.

–¿Está usted arrepentido?

–Cómo puede estarlo un militar que cumple con su deber, con una orden del presidente de la República.

–¿Volvería a actuar como entonces?

–Por supuesto.

–¿Pero lamenta lo ocurrido?

–Claro que sí. Quién no lo lamentaría en mi lugar. No es agradable ir por la vida con fama de matón, de hombre sanguinario, hasta de troglodita.

–¿Vislumbró en algún instante al santo en el padre Pro?

–Yo no creo en eso.

–¿Vio usted en Pro a un hombre mejor que los demás?

–Vi en él a un hombre como todos. Y si entre los ejecutados debiera creer en uno, si entre los tres hubo un santo, ése fue el ingeniero Segura Vilchis. Más hombre que Pro y tan culpable como el curita en el atentado dinamitero. A ése sí sentí que lo hubieran “tronado”.

(…)..

El General Cruz ya murió..dejó como legado hijos y nietos. Nietos como Roberto Cruz, del PAN, que llegó a Sinaloa “impulsando” la candidatura de Mario López Valdez, en cuyo gabinete cobró algunos años como coordinador de asesores.

Las “triadas satánicas” si existen…Dios nos agarre confesados