Pánico policiaco en Ahome

La municipal siembra el terror en la colonia del diputado local

El agua buatismal había caído sobre un pequeño y la barbarie policiaca de agentes del municipio de Ahome se desataba en la colonia del Diputado local y precandidato del PAN a la Alcaldía de Ahome, Miguel Ángel Camacho Sánchez.

El abuso fue grabado por varios celulares en la sala de fiestas “El Terreno”. Entraron “a la brava” a la fiesta y se llevaron con lujo de fuerza, al menos a una persona que se encontraba en la barra junto a una mujer y un niño. Las versiones indican que fueron tres personas las que se pusieron a la orden del juez de barandilla.

Los gritos aún resuenan en el alma de los colonos que recuerdan las andadas de la represora policía de Gerardo Amarillas Gastélum que en Ahome, intentó  sembrarle droga al candidato del PAN en el proceso federal del 2015, Zenén Xóchihua Enciso y lo mantuvieron secuestrado por varios minutos y en el Fuerte lo hicieron en contra de activistas del PAS en una operación realizada en Mochicahui y que descubrió la actividad partidista del comandante y jefe de la ministerial en la zona norte, acusado también de haber participado en la desaparición de varios jóvenes buscados por las rastreadoras del Fuerte.

El abuso

La sorpresa fue grande. A Juanita, una niña de siete años la despertaron los gritos. Desde donde estaba, atarantada por el cansancio, pudo ver como los policías entraban sin pedir permiso. A la brava, decían todos.

“Cuidado son policías”, dijo cuando sus ojos lograron identificarlos con aquellas enormes “pistolotas”.

Verlos apuntando y señalando a personas le dio un miedo que la hizo temblar. Aunque la abrazaron para interrumpir su curiosidad. Su mirada estaba pegada a esa estampa de prepotencia y abuso de los agentes policiacos.

Obvio ella no entendía como esas personas vestidas de azul autoridad venían a la fiesta por una persona que aparentemente había orinado en la calle, y no hacían nada cuando había reportes de balazos, como había sucedido en ese mismo día, en el interior de un motel de la ciudad. Al aparente mión si lo había capturado y al pistola brava no.

Ella, la niña los siguió con la vista por todo el salón hasta llegar a la barra en donde vio el jaloneo y cómo entre varios cargaban a esa persona.

Ella pensó que los policías, eran de los malos. Cómo no pensarlo si muchos gritaban en su contra y pedían que lo dejaran. Que no le hicieran daño.

Lo llevaban en vilo aprentándolo del cuello y sujetándolo de los pies, según la versión del jefe policiaco por mión y picudo. Por molestar a la autoridad. Simplemente.

Quieto

Las evidencias del atropello están en el video. “De la miada y la agresión, solo el dicho de los cuicos”, dice una persona que no quiere ser identificada por el terror que causan los policías del municipio al mando de Gerardo Amarillas.

Ahí en la imagen se ve. La asfixia lo tenía quieto y congelado. El brazo de un agente policiaco lo llevó por unos segundos fuera de la realidad. El apretón era sofocador. Sí, ya lo habían sometido entre seis y su inconformidad no tenía más lucha. Estaba dado y el policía lo mantenía sujeto.

Su cabeza se fue de lado. Su boca mostraba el reflejo de los 40 segundos de sometimiento al cuello. Se había derrumbado en el hombro del gendarme. Los gritos contra ellos, no los hacían reaccionar.

“Eit lo están ahorcando, ehh? Lo están ahorcando”, se escuchó y uno de los policías logró volver de su estado gorilesco y posiblemente recordó para qué estudió en la academia, palmeó la mano represora de otro de sus compañeros al ver la escena del detenido para impedir el ahorcamiento.

Todos vieron como le aplicaron el agarre de dormir, desde la parte posterior del detenido el agente policiaco le extendió el brazo y con el radio (hueso del antebrazo) le aplicó presión a la arteria carótida externa.

La adrenalina del agente y su falta de capacitación le impedían estar al pendiente del área del pulso en donde aplicaba fuerza extrema. Tuvo que ser interrumpido por un compañero más frío. De no haber sido así la desgracia ya rondaba de cerca.

Ahorcado

“Eit lo están ahorcando, ehh? Lo están ahorcando” interpelaba a gritos una mujer.

Todos lo percibieron. En el video, en el minuto con 24 segundos se aprecia cómo uno de los agentes al ver la cara ida del detenido palmea la mano que aplicaba la llave del sueño sobre la arteria carótida externa.

Los gritos y los lloriqueos de los niños y mujeres presentes clamaban por clemencia.

El comandante Piña Jefe Operativo de la Policía Municipal explicaba la situación.

“Es que no debe golpear a la policía señora”, decía.

La discusión, se convertía en intercambio de palabras:

– Ni ustedes tienen porque meterse aquí.
– Claro esto es público..
– Es privado.

Lo subían a la patrulla 3174 y Luis se convertía en historia.

Redes

Desde la noche del sábado el video se volvió viral en las redes sociales al punto de que el propio Alcalde Arturo Duarte García salió de su acostumbrada agenda de actividades privadas de fin de semana, para responder a la sociedad por el presunto ataque.

Se comprometía a realizar una investigación y admitía “ese acto” como un hecho aislado.

 No tardaría su jefe policiaco en contradecirlo. Y hacer ver el hecho como un asunto menor.

Versión amarilla

Ya en la tarde del domingo los medios de comunicación manejaban la versión del jefe del policiaco Gerardo Amarillas Gastélum.

Los detenidos habían sido liberados y los motivos de la detención eran por escandalizar en la vía pública y atacar a policías.

Amarillas dejaba fuera la investigación y daba por justificadas las acciones de los policías al señalar que tras un reporte de que dos personas escandalizaban afuera del salón de fiestas y realizaban sus necesidades fisiológicas ellos tuvieron que actuar porque al parecer la persona que hacía sus necesidades en la calle agredió al oficial que le había llamado la atención para huir al interior del inmueble.

Los policías dijo, tuvieron apoyo y se metieron a la sala de fiesta para lograr la detención por faltas al bando de policía y gobierno.

De la actitud gorilesca, de la llave del sueño, de la cargada entre seis, nada asentaba.