México ofrece un diálogo sobre el modelo educativo a los maestros disidentes
La CNTE insiste en exigir la retirada de la reforma educativa. El Ejecutivo abre las puertas para que los sindicalistas traten directamente con la Secretaría de Educación
El Gobierno mexicano y la radical Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) han hecho un último esfuerzo para evitar la colisión. Ambas partes se reunieron en la noche del martes al miércoles en la Ciudad de México y, tras entregar sus propuestas para solucionar el conflicto educativo, acordaron volver a sentarse juntos el 11 de julio. Una fecha que por su proximidad con las vacaciones escolares vaticina un paréntesis en el pulso. En la reunión, el Ejecutivo ofreció abrir un diálogo sobre el modelo de educación. La CNTE, aunque también apostó por un debate nacional, volvió a exigir la retirada de la reforma educativa. Una línea infranqueable para el presidente Enrique Peña Nieto.
La vuelta al diálogo ha venido precedida, por parte del sindicato disidente, de un descenso de la tensión. Sin dejar de hostigar, la CNTE ha abandonado su estrategia de tierra quemada en Oaxaca y Chiapas. Este cambio de actitud ha sido entendido por el Gobierno como una respuesta a su advertencia de emplear la fuerza si seguían los bloqueos totales de carreteras. Bajo este argumento, el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, ha decidido reabrir la negociación.
“Hubo quienes pedían que el gobierno actuara de inmediato aplicando con firmeza el uso de la fuerza. Hubo, por otro lado, quienes sostenían que debíamos seguir en la ruta del diálogo. Ante ello, el Gobierno asumió su doble responsabilidad, la de distender, garantizando la libre manifestación, pero resguardando los derechos de terceros En otras palabras, agotar el uso de la política como la herramienta fundamental para construir acuerdos”, dijo Chong.
En este nuevo clima, ambas partes se reunieron en la noche del martes al miércoles e intercambiaron sus propuestas. La gubernamental ofrece un “diálogo sobre el modelo educativo”. Los criterios para ello son muy vaporosos e incluyen ideas tan generales como la “garantía de una educación laica y gratuita, el desarrollo armónico de los educandos y la inserción en la sociedad del conocimiento”. Pero su principal atractivo radica en la posibilidad de que la CNTE se siente cara a cara con los responsables educativos, de modo que el diálogo deje de estar en manos de los altos cargos de la seguridad nacional como hasta ahora y se convierta en un debate pedagógico neto. En esta línea, la propuesta gubernamental enfatiza la importancia de la “participación del magisterio nacional” y reitera su “disposición a un “diálogo incluyente” que facilite un “acuerdo sólido y duradero”
El documento magisterial muestra la otra cara de la moneda. La coordinadora radical insiste en que se suspenda la reforma educativa, una petición que el propio presidente Enrique Peña Nieto considera inaceptable. También exigen que se “resuelvan” los puntos calientes que arrastra el conflicto: presos, despidos, suspensiones de pagos, retenciones de cuotas… El mayor punto de encuentro reside en la apertura de un “debate nacional” sobre la transformación educativa. Aunque expresado en un lenguaje y con unas miras distintas, esta coincidencia en un gran diálogo educativo puede rebajar la tensión. De momento ambas partes se han dado cinco días para digerir las propuestas. La proximidad de las vacaciones escolares, que arrancan el 15 de julio, puede ampliar este paréntesis y servir de factor de distensión.
En juego está mucho más que una ley. La reforma educativa se ha convertido en la última gran baza política de Enrique Peña Nieto. Su implantación supone un ataque a la médula del sistema clientelar que alimenta a la CNTE en Oaxaca y Chiapas. Aprobada por todos los grandes partidos, la norma supone el fin la compra-venta de plazas docentes y el establecimiento del concurso oposición. Un retroceso en sus principales puntos sería entendido como un fracaso del ejecutivo. Y golpearía las expectativas del PRI para las presidenciales de 2018.