Quirino Ordaz “desgobierna” en Sinaloa

POR: JORGE ARAGÓN

Cierra los ojos y se tapa los oídos: no mira la violencia ni escucha las ráfagas de metralla por todos los rumbos de la entidad.

Quirino Ordaz Coppel ha desilusionado por completo a los sinaloenses, quienes pensaban que teniéndolo como gobernador las cosas iban a cambiar en uno de los flagelos que con mayor intensidad azotan la entidad: la inseguridad.

Su medrosa actitud ha originado incluso críticas a nivel nacional, como la del periodista Carlos Loret de Mola, quien hace mención de que el gobernante emanado de las filas del Partido Revolucionario Institucional ha levantado sospechas entre el Ejército y la Marina por la pasividad con que “enfrenta” el problema de una violencia que crece día con día.

Se cita que altos mandos militares están irritados ante la fuga de cinco reos de máxima peligrosidad en el penal de Culiacán, argumentando que Ordaz Coppel no mostró interés en aportar con rapidez datos o videos que eventualmente podrían haber ayudado a una posible recaptura.

Ahora bien, posiblemente piensa que todo es calma y tranquilidad en las carreteras y caminos de Sinaloa porque siempre anda rodeado de guaruras que no permiten que lo toque ni el aire.

Mucha gente ha intentado abordarlo para plantearle alguna situación, pero los cancerberos no la dejan acercarse al mandatario.

Hasta en los reporteros ven hipotéticos enemigos con intenciones de causarle algún daño al empresario mazatleco.

Ciego y sordo, Quirino no ve ni escucha. Sólo presta oídos a quienes se le acercan y melosamente le dicen que todo está en paz, y que no hay nada por qué preocuparse.

Para evitar tocar el tema de la violencia durante sus encuentros con la prensa, nombró a un vocero. “Cualquier cosa que quieran saber, pregúntenle a él”, dice cuando lo atosigan con preguntas incómodas.

Otro aspecto que le han criticado severamente, incluso entre su mismo equipo de trabajo, algunos compañeros de prensa y funcionarios de los municipios que visita, es la actitud del “presentador oficial”, quien arenga para que alaben y eleven el ego del ególatra gobernador, como si anduviera todavía en plena campaña.

La capital del estado se encuentra convertida en una sucursal del infierno. Nada ni nadie parece tener la capacidad necesaria para desarticular los grupos delincuenciales que en su eterna guerra por el poder dejan cadáveres por todos lados.

Mientras todo esto ocurre, Quirino, el del grito “¡puro Sinaloa!”, visita los municipios armando cerco, maroma y teatro, pues no tiene discurso. Se transforma y se convierte en un patiño, un bufón cuya única gracia es hacer reir a la gente.

Las exigencias de los sinaloenses son muchas.

Gente que vive en municipios serranos clama por contar con centros de atención con el esquema del nuevo sistema penal, ya que tienen que recorrer grandes distancias cuando atraviesan por un problema de ese tipo.

Quirino ya no inspira confianza. El descontento ciudadano se incrementa.