Lino Edgardo Ríos, “infla” los costos de los pavimentos

POR: RICHARD LIZÁRRAGA 
Hay de bandidos a bandidos. De Linos a Linos. En la novela radiofónica Porfirio Cadena “El Ojo de Vidrio”, el bandido tenía dos acérrimos enemigos: Lino Huitrón, padre e hijo del mismo nombre. La trama novelesca es recordada por los radioescuchas con la nostalgia de quien busca un bandolero generoso.

En el ayuntamiento de Ahome deambula la versión real, moderna, de otro Lino, Lino Edgardo de apellido Ríos Montoya, quien tomó como centro de sus pillerías la Comisión Municipal de Desarrollo de Centros Poblados y la Secretaría de Obras Públicas del ayuntamiento de Ahome.

El padrino político del tipo es el ex alcalde Arturo Duarte García, quien alcanzó renombre nacional por las “foto-multas”, por la empresita que creó para el cobro, por partida doble o triple, del impuesto predial, y por otras irregularidades propias del oficio de la rapiña.

Lino Ríos, para obviar, tomó por asalto en el pasado trienio municipal, COMUN y Obras Públicas. A través de él, Arturo Duarte operó una red de constructoras “fantasmas”, que por medio de la adjudicación directa, amañada, ilícita o triangulada, obtuvieron la casi totalidad de los contratos de obra pública del ayuntamiento.

Obras cuyos costos fueron inflados superlativamente. Una vez recibidas las obras, éstas eran subcontratadas a dos o tres empresas.

Lino Ríos saltó, en el trienio duartista, de COMUN a la Dirección de Obras Públicas tras el fallecimiento de su titular Gerardo Ceballos Romero, quien en vida siempre se opuso a la realización de trinquetes y a la adjudicación ilícita de obras. De sus reclamos hay muchas constancias. Es larga también la lista de los empresarios “patitos” de la construcción beneficiados.

Al concluir el trienio de Arturo Duarte se mandó a la banca por unos meses a Lino Ríos. Había que cubrirle sus espaldas, cuidarlo, dado que la inconformidad en la CMIC y en los colegios de ingenieros y arquitectos estaba a punto de estallar, sobre todo de aquellos que no fueron privilegiados con la asignación de contratos de obra.

El “operador de las obras” de Arturo Duarte regresó, algo así como tres meses atrás, a COMUN, y se le montó en el cogote al director general de la paramunicipal, Manríquez Lielsen Castro. Casi lo reduce a cero, signo numérico de valor nulo, pues Lino agarró como si fuera de su propiedad la Comisión y comenzó a realizar de nuevo negocios no muy oscuros, a la vista de los fincatenientes, de otros funcionarios municipales y de la sociedad toda.

El oficio chueco de Lino ya no lo es tanto la adjudicación de obras a constructoras “patito”; la transa estriba en la construcción de tramos de pavimentación, incluso en áreas no habitadas (los terrenos aledaños son propiedad de terratenientes urbanos), cuyo costo es excesivo.

Con datos de áreas pavimentadas, fotografías, estudios de terrenos y de las obras ejecutadas, peritos en construcción consultados por Proyecto 3, revelaron que las pavimentaciones de COMUN están siendo presupuestadas al doble de su costo normal, lo cual, a todas luces es un descarado robo a los fincatenientes, a quienes se les carga el costo de la obras.

Hurto también a la federación y el gobierno del estado, en los casos en que ambas entidades aportan dinero para el tendido de las losas de concreto. Hay pavimentos, incluso, que no se justifican porque se tiraron en zonas aun no habitadas.

En el transcurso de tres meses, Lino Ríos ha presentado más de 10 tramos de calles pavimentadas, cuyo costo no se ajustan a su dimensión: ni el largo y ancho, ni el “parrillado” ni el grosor de las obras corresponden a su exagerada estimación.

Definitivamente, los “precios están siendo inflados, son abultados”, dijeron los valuadores.

Como dijimos al principio. Hay de bandidos a bandidos. Lino Edgardo Ríos Montoya está cebado. Le gusta meterle la mano a COMUN y a Obras Públicas sin que ninguna autoridad, por razones obvias, lo inquiete en su abrupto quehacer de “inflar” los costos de los pavimentos citadinos y rurales.

La pregunta que se plantean los fincatenientes es ¿a quién repartirá parte del botín? Lino Edgardo Ríos salió más gallo que los Linos Huitrón, padre e hijo, de la radionovela Porfirio Cadena “El Ojo de Vidrio” ¿Verdad?